36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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- VII Congreso del Partido: A las cosas por su nombre
Posted by : Unknown
miércoles, 20 de abril de 2016
El Séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) tendrá
muchas lecturas, mejores o peores, triunfalistas o negativistas, más, o menos
inteligentes, pero siempre tendremos que concederle el mérito de llamar las
cosas con los términos exactos, sin retóricos eufemismos y, afortunadamente al
dejar abierta la puerta al debate, nos queda la sensación de que los más
importante vendrá a continuación, como deben ser.
Raúl Castro fue explícito: “El incremento del trabajo por
cuenta propia y la autorización de la contratación de fuerza de trabajo ha
conllevado en la práctica a la existencia de medianas, pequeñas y microempresas
privadas que hoy funcionan sin la debida personalidad jurídica y se rigen ante
la ley por un marco regulatorio diseñado para las personas naturales dedicadas
a pequeños negocios que se realizan por el trabajador y su familia”.
Esta esa una de las admisiones teórico-conceptuales más
importantes vistas en el VII Congreso. La existencia en Cuba de pequeños
empresarios que están estableciendo con su personal contratado relaciones de producción
típicas del mercado y que, vale recordarlo, se apropian de una plusvalía,
aunque los empleados no lo perciban así por los ingresos comparativamente mayores
que obtienen con respecto a otros sectores de la población.
Refiriéndose a este asunto y otros como podría ser la
urgencia de políticas claras que impidan al sector privado tornarse en clase
políticamente destructiva de la Revolución, Raúl no hizo sino confirmar lo advertido
por muchos economistas y demás analistas de la realidad nacional. Pero esas
palabras saliendo de sus labios, esperemos que, al fin, hayan sido escuchadas
por esa parte del aparto partidista y gubernamental empecinada en negar los
procesos en el afán de hacerlos desparecer por sí solos. El primer paso para
definir estrategias frente a esas cuestiones es admitir su existencia, así, sin
medias tintas.
Ahora mismo, nos lo recordó Raúl por enésima vez, el mayor
enemigo es la mentalidad obsoleta. Mas el término en sí podría resultar
engañoso y maleable de acuerdo a las intensiones de quien lo exprese y ahí
están para probarlo los discursos del presidente Obama durante su estancia en
Cuba. No obstante lo peor que le ocurría al Socialismo cubano es negarse a
cambiar porque la superación dialéctica es consustancial a la Revolución.
Otra de las huellas que este espectador se lleva del Séptimo
Congreso la aportó René González, una voz imprescindible en los tiempos que
corren y a quien, junto el resto de sus hermanos hubiera querido ver integrando
el Comité
Central. Él, con la fuerza que le confiere el haber renunciado a todo por
la vida de muchos, nos recordó que los ejes en el debate venidero en lo tendiente
al rol de Partido deberán ser: Su relación con las bases, su enlace con el
resto de la sociedad; cómo mantener su legitimidad frente a las recetas
foráneas; lo impostergable de una política comunicacional; y, por supuesto: las
relaciones mercantiles y su impacto en la conciencia social.
Examinar cada uno de estas aristas tendrá como telón de
fondo la exhortaciones de Raúl: los consensos no caerán del cielo, sino que se
construyen con la información, la polémica franca y la preparación de cada cual
para tener la capacidad de anticiparse en lo posible a los problemas generados
por cada nueva medida o cambio introducido en las dinámicas de la sociedad
cubana, mucho más allá de los caminos economicistas.
La previa y los días concretos del Congreso fueron la mejor revalidación
de esa realidad. El ajuste de llevar a discusión con las bases los textos más
importantes discutidos allí, en particular la Conceptualización
del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista corroboran
que a la ruta común que seguirá el país en los años venideros debe ser
edificada, por lo menos con la mayor sensación posible de que cada quien ha
tenido la oportunidad dar su parecer.
En la retina queda la
serenidad de Fidel. ¡Siempre Fidel! asumiendo con sobrecogedora naturalidad
el hecho inevitable de que no siempre podremos tenerlo físicamente entre nosotros,
pero que cuando ese momento llegue tendremos que ser capaces de continuar.
En lo adelante vendrán varios momentos cruciales, no al
punto de decir que el verdadero Congreso del Partido comienza ahora, pero sí que
este habría estado peligrosamente incompleto sin la discusión, el debate, la
polémica entre muchos. Sabiendo que siempre quedará lo verdaderamente duro: el
desafío de la cotidianidad que amodorra los sentidos y pone a prueba las ideas
enunciadas en la comodidad de un salón refrigerado.
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