36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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Posted by : Unknown
jueves, 19 de mayo de 2016
Este país, y enfáticamente La Habana está de moda en Estados
Unidos. Let`s go to Cuba (Vamos a
Cuba) parece ser la exhortación. Comprobarlo es simple, basta con mirar la
sucesión de celebridades que en muchos casos, literalmente, ha desfilado por la
capital cubana. Eso, admitámoslo, alimenta un tantito nuestra vanidad de isleños
irredentos que a menudo nos creemos el centro del mundo.
Técnicamente ninguno de ellos y quienes les seguirán son
turistas mientras existan las leyes del bloqueo. Pero el relajamiento del
otorgamiento de licencias por parte del Departamento del Tesoro ha permitido
que los intercambios culturales “pueblo a pueblo” como dicen ya puedan
acreditarse no solo en grupo sino individualmente. Asimismo para sus estándares
está siendo comparativamente barato venir a Cuba pues las agencias autorizadas
ofrecen paquetes de giras por varios días con tarifas que van desde los tres
mil a 10 mil dólares por persona. Otros más ahorrativos optan por gastarse aquí
el subsidio por desempleo.
Ahora bien ¿Cuáles son las pautas simbólicas que guían este
aluvión de ciudadanos norteamericanos? Esos que, a diferencias de los
cubanoamericanos, no tienen ningún lazo familiar ni cultural con este lado del
estrecho de la Florida y lógicamente dependerán mucho más de la imagen que de
este Archipiélago proyectan las instituciones que patrocinan los viajes.
El profesor Louis A. Pérez Jr., estudioso del tema afirma
que “los viajes a Cuba son llevados al mercado precisamente a través de
sistemas culturales que dependen de un surtido de significados sociales
codificados y que recuerdan las etnografías turísticas del siglo XIX”. “Hay
algo, dijo, de antropología colonial en lo que sustenta el contexto discursivo del
compromiso de pueblo a pueblo: los cubanos en tanto que pueblo dotado de un
encanto exótico, amistosos, impacientes por complacer a los visitantes
norteamericanos”.
Prácticamente todo, explica Pérez Jr., es objeto de
atractivo, quizás hasta el extremo: desde nuestras facetas más triviales hasta presentarnos
“como tipos extraños, respecto a los cuales se le pidió de antemano al viajero
que mostrase una condescendiente paciencia”, agrega.
“Por primera vez en
décadas, las puertas de Cuba están abiertas para los viajeros norteamericanos.
Sea usted uno de los primeros en vivir la experiencia de esta opacada gema
caribeña: una isla comunista adoquinada donde abunda el ron, las sonrisas son
contagiosas y se alienta el baile”, convida a sus potenciales clientes la
agencia Intrepid Travel.
En la práctica es el reverdecimiento de los códigos de la
etapa anterior a 1959. “Puede decirse que la naturaleza colocó a propósito esta
Isla de Fiestas en los Trópicos, a las puertas de la gran nación norteamericana
para el placer, el reposo y la salud de sus habitantes”, afirmaba una promoción
turística de Cuba en 1942. “Dimos a Cuba su libertad y ahora vamos a
disfrutarla”, le había dicho en 1925 al Havana
Post, un veterano estadounidense de las tropas que intervinieron en nuestra
guerra de independencia contra colonialismo español.
Después del 17D el mensaje se ha actualizado ante la
transformación del escenario pero manteniendo al norteamericano visitante como
impulsor de cambio que, aseguran, este país necesita; algo que a fin de cuentas
integran la estrategia Washington frente a los valores culturales cultivados
por la Revolución.
“¿Desea usted una oportunidad de ver a Cuba antes de que
cambie para siempre? ¡Pues más vale que eche a correr!” conmina la agencia
InsightCuba a sus conciudadanos. Internacional
Expeditions anima a “vivir la
experiencia de Cuba antes del inevitable cambio que el incremento del turismo y
de la participación extranjera están destinados a aportar”. “Vaya a Cuba antes
de que la echen a perder”, exhorta Trip
Advisor el portal de información turística más popular a escala global.
Probablemente haya quien se sienta muy cómodo enmarcado en
el molde tan estrecho, lo cual nos conduce a evaluar cuáles son las acciones
que desde este lado podrían estar facilitando la confirmación en la realidad de
la idea traída por los visitantes extranjeros sobre Cuba y especialmente los
estadounidenses cuyo número está creciendo a ritmo sin precedentes. ¿Nos
conformaremos con alimentar el imaginario de aquel filme de mediados de los 50 "I
Love Lucy" donde solo la llegada de un barco a la Habana cargado con
turistas norteamericanos, sacaba a los residentes de su holgazán letargo?
Algunas encuestas en EE.UU. aseguran que al menos ocho de
cada 10 estadounidenses cambian la noción que tenían de Cuba cuando regresan,
usualmente para mejor y he sido testigo de eso. Basta con sentarse charlar un
rato con ellos, aunque sea de comida vegetariana.
Ya sabemos qué ideas le plantean antes de venir ¿Seremos
capaces de ser hospitalarios y al mismo tiempo llevar con decencia nuestras carencias?
Y, como sugiriera un amigo tan entrañable como lúcido: el terreno, el bate y la
pelota, mal que bien son nuestros. Pero tal vez ya vaya siendo hora de
sentarnos a repasar, para este nuevo escenario, cuales son las reglas de la
casa y así marcar la crucial diferencia entre lo servicial y lo servil.
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