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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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- Colombia: La esperanza del cese al fuego
Posted by : Unknown
viernes, 24 de junio de 2016
Quienes contemplaban la escena en La Habana no pudieron
contener sus exclamaciones de júbilo cuando Humberto de la Calle, por el
Gobierno e Iván Márquez a nombre de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia–Ejército del Pueblo (Farc-EP), firmaron el acuerdo del cese definitivo
del conflicto armado. Es demasiada sangre derramada, demasiado el horror para
no emocionarse con un momento calificado por todos como histórico.
Timoleón Jiménez reafirmó la lucidez de su liderazgo al
comprender que cambiar el orden de cosas en Colombia por la vía militar es hoy política
y socialmente un sinsentido. Las FARC han comprendido que si querían salvar lo
que les queda de capital político deben ir a la lucha de masas por los
mecanismos no violentos.
Por su parte Juan Manuel Santos demostró una sagacidad
política encomiable más allá de si se está de acuerdo o no con su ideología. Él,
como pocos ha sido un enemigo formidable de la insurgencia. Eso le concede la
autoridad suficiente para asumir el riesgo de buscar un entendimiento,
justamente porque ha entendido que la ventaja alcanzada en el teatro de
operaciones militares desde que fuera Ministro de Defensa de Álvaro Uribe solo
sería perdurable si se sentaba a negociar la paz con las guerrillas.
Pero las raíces de la violencia en Colombia rebasan los
límites, ya de por si enormes, del enfrentamiento entre la insurgencia y los diferentes gobiernos desde 1964 a la
fecha. El uso de la fuerza expresado en fenómenos como el paramilitarismo
vienen por lo menos desde que aquellos grupos de campesinos liberales se vieron
precisados a defenderse en medio de una lucha política durísima en la medianía
del pasado siglo XX.
Entonces, y eso lo reconoció el presidente Santos, para
muchos será muy difícil sustraerse a la lógica de la guerra. Al mismo tiempo,
mientras permanezcan las causas sociales que originan la desigualdad y el abuso
del poder, siempre estará latente la reanudación de las hostilidades o de que
esta sobreviva en la delincuencia y la inseguridad fruto de la actuación impune
de los sicarios.
No es ocioso recordar que lo más duro vendrá ahora porque la
historia del propio conflicto colombiano y de otros a lo largo del orbe,
prueban que es más difícil mantener la paz que hacer la guerra. No faltarán los
intentos e incidentes que pongan en peligro el cese al fuego acordado en La
Habana. Ambas partes deberán hacer gala de una gigantesca ecuanimidad para
hacer cumplir lo acordado y que el cese al fuego no sea más una esperanza sino
un realidad.
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