Cubaizquierda

Lo que parecía solo capaz de hacerlo el fútbol, juntar exitosamente a fuerzas políticas de corte diverso detrás de una misma causa, acaba de lograrlo un hombre: Juan Manuel Santos a quien cuatro años atrás calificaban de un” cyborg programado desde chiquito para ser Presidente”. Calificativos aparte, es innegable que este graduado de Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas (Estados Unidos) está determinado a pasar a la historia como el estadista que puso fin a uno de los conflictos armados más largos del orbe.

Un fantasma, pero de carne y hueso, ronda en el escenario político colombiano y ahora amenaza también con seguir haciendo de las suyas en el ámbito de los medios de comunicación pues la huella de Álvaro Uribe Vélez entre los profesionales de la información de su país es ciertamente nefasta.

Como si no le bastara erigirse como uno de los más claros enemigos de la paz en Colombia y ser uno de los promotores de las políticas expansionistas de Estados Unidos en la región, el ex presidente sudamericano podría entrar a formar parte del emporio mediático global News Corp.

Hay razones suficientes para abrigar la esperanza de que es posible la paz en Colombia, no solo porque es más sano para el espíritu el optimismo sino porque al parecer tanto el gobierno de aquel país como la agrupación guerrillera más importante las FARC, manifiestan estar determinados a no levantarse de la mesa de negociación hasta no poner fin de una manera justa al conflicto.

Desde fuera no podemos menos que desear con todo fervor que al fin termine la violencia en una nación que la ha sufrido como pocas por más de 50 años, e incluso desde mucho anes pues los enfrentamientos sangrientos entre liberales y conservadores o campesinos y terratenientes ya estaban a la orden de día cuando nacieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En sus memorias seguramente el actual presidente de Colombia Juan Manuel Santos, recordará como uno de los peores ratos en toda su carrera política, el haber tenido que lidiar con una eventual participación de Cuba en la Cumbre de las Américas de la cual su país será sede en abril.