36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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- El Softbol entre periodistas es redondo y viene en caja cuadrada
Posted by : Unknown
lunes, 2 de diciembre de 2013
La tensión de cada juego termina dejando huellas en el alma y el espíritu. Con los días quedará como recuerdo pero solo hasta verla brotar de nuevo en el instante de saltar sobre la raya de cal.
Pocas cosas como el deporte para dejar al desnudo las esencias de las personas y descubrir los pensamientos que tercamente pretenden disfrazarse con frases elegantes. De todo eso hay un poco en los campeonatos de softbol de los profesionales de la prensa en Cuba.
En estos certámenes quienes cotidianamente estamos tras los micrófonos o los teclados vemos trastocarse los papeles, tocándonos el rol de ser los atletas; y casi siempre descubrimos que a la hora de la verdad somos tan humanos como ellos; cometemos errores o queremos “comernos” con la mirada a los árbitros cuando decretan en nuestra contra. Todavía está por verse si con el tiempo esas experiencias tendrán alguna buena influencia en los juicios que hacemos sobre cómo actúan los deportistas de cualquier categoría.
Unos apelan a sus años mozos y aprovechan la experiencia obtenida, no importa si fue en canotaje, ajedrez o atletismo. Todo puede ser útil para trazar una estrategia de preparación física o alguna táctica novedosa para sacar ventaja frente al rival. Otros la hemos tenido más difícil pues en tiempos pretéritos si alcanzábamos cupo en alguna novena de barrio era gracias a la “patente de corso” que significaba ser el propietario de alguno de los implementos.
Por eso el softbol se vive con intensidad entre los periodistas, porque rompe la rutina y el sedentarismo; robustece unas amistades y crea otras; sube también la adrenalina y nos coloca ante el desafío de lo imposible.
Pero también nuestros campeonatos nacionales de Softbol de la Prensa ahora mismo se debaten entre los imponderables vaivenes de la economía doméstica y, quizás lo más importante, ser consecuentes con los valores proclamados de inclusión, fraternidad y equidad entre los diferentes equipos.
Si porque también le rondan y golpean las diferencias entre las regiones del Archipiélago; aunque estas apenas son una coraza justificativa cuando las ansias de ganar a toda costa ya se han convertido en una adicción incontrolable o cuando las nociones individuales sobre lo que se cree merecer en materia de condiciones de alojamiento o alimentación durante el certamen nublan el entendimiento.
Los saludos y abrazos fuera de los terrenos de juego, los productivos intercambios con las instituciones sociales o económicas de cada territorio visitado siguen confirmando que el futuro puede ser mejor pues, creo, estos espacios de socialización del gremio periodístico no dependen en primera instancia de eventos como estos, sino de hacer la práctica del softbol y del deporte en general algo cotidiano, incluyente y equilibrado para los miembros de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
Pocas cosas como el deporte para dejar al desnudo las esencias de las personas y descubrir los pensamientos que tercamente pretenden disfrazarse con frases elegantes. De todo eso hay un poco en los campeonatos de softbol de los profesionales de la prensa en Cuba.
En estos certámenes quienes cotidianamente estamos tras los micrófonos o los teclados vemos trastocarse los papeles, tocándonos el rol de ser los atletas; y casi siempre descubrimos que a la hora de la verdad somos tan humanos como ellos; cometemos errores o queremos “comernos” con la mirada a los árbitros cuando decretan en nuestra contra. Todavía está por verse si con el tiempo esas experiencias tendrán alguna buena influencia en los juicios que hacemos sobre cómo actúan los deportistas de cualquier categoría.
Unos apelan a sus años mozos y aprovechan la experiencia obtenida, no importa si fue en canotaje, ajedrez o atletismo. Todo puede ser útil para trazar una estrategia de preparación física o alguna táctica novedosa para sacar ventaja frente al rival. Otros la hemos tenido más difícil pues en tiempos pretéritos si alcanzábamos cupo en alguna novena de barrio era gracias a la “patente de corso” que significaba ser el propietario de alguno de los implementos.
Por eso el softbol se vive con intensidad entre los periodistas, porque rompe la rutina y el sedentarismo; robustece unas amistades y crea otras; sube también la adrenalina y nos coloca ante el desafío de lo imposible.
Pero también nuestros campeonatos nacionales de Softbol de la Prensa ahora mismo se debaten entre los imponderables vaivenes de la economía doméstica y, quizás lo más importante, ser consecuentes con los valores proclamados de inclusión, fraternidad y equidad entre los diferentes equipos.
Si porque también le rondan y golpean las diferencias entre las regiones del Archipiélago; aunque estas apenas son una coraza justificativa cuando las ansias de ganar a toda costa ya se han convertido en una adicción incontrolable o cuando las nociones individuales sobre lo que se cree merecer en materia de condiciones de alojamiento o alimentación durante el certamen nublan el entendimiento.
Los saludos y abrazos fuera de los terrenos de juego, los productivos intercambios con las instituciones sociales o económicas de cada territorio visitado siguen confirmando que el futuro puede ser mejor pues, creo, estos espacios de socialización del gremio periodístico no dependen en primera instancia de eventos como estos, sino de hacer la práctica del softbol y del deporte en general algo cotidiano, incluyente y equilibrado para los miembros de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
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