Posted by : Unknown viernes, 10 de agosto de 2012

La propuesta de la derecha tecnocrática para Cuba es sencilla: libre mercado para resolver los problemas de la economía . El mercado, aseguran, es “liberador” por antonomasia y solo desatando sus mecanismos habrá democracia en este país. Recomendándonos seguir, o lo menos "considerar" los postulados del llamado "padre" del neoliberalismo: Milton Friedman.

“Una economía de mercado es indispensable a cualquier democracia moderna. Una democracia cubana y un estado de derecho han sido imposibles dentro de la economía de comando”, dicen.

Es, en esencia, la reiteración burda del discurso repetido una y otra vez por los estirados analistas del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional para resolver, por ejemplo, la crisis de la deuda soberana en Europa o el efecto dominó que provocó en Estados Unidos la explosión de la burbuja inmobiliaria en septiembre de 2008.

Desde ese punto de vista la liberalización y apertura total de la economía cubana, tanto hacia afuera como hacia su interior, resolvería de manera casi mágica, todas las dificultades de eficiencia, productividad y de poder adquisitivo del ciudadano promedio en la Mayor de Las Antillas.

Ahora bien, semejante ecuación, simplista por demás, no responde a la interrogante de en qué condiciones quedaría el país tras esa “apertura” desregulada de sus fronteras, teniendo en cuenta que la capacidad industrial y agrícola doméstica entraría a pelear al ring del mercado con los brazos atados.

“Incluso las conquistas sociales y políticas de la revolución nacionalista están en peligro por la ausencia de un modelo económico sustentable y el apego a mecanismos comunistas de distribución y producción” dicen, cuando ha sido precisamente lo contrario.

Justamente la políticas públicas de redistribución han sido, en las condiciones cubanas, las que han posibilitado mantener niveles de cobertura de los servicios de salud y educación universales a pesar de las desventajas comparativas de la economía cubana con relación a otras de mayor poder o que no se han visto sometidas a un bloqueo por parte de Estados Unidos por más de medio siglo.

Decir que “la reforma económica cubana debe discutirse con menos ideología, buscando la forma y la capacidad óptima del estado para establecer una economía mixta, de mercado, eficiente”, es suscribir un discurso pretendidamente apolítico como si los tecnócratas fueran por sí mismo a darnos todas las soluciones. Nada en este mundo puede ser desideologizado porque hasta la lógica más tecnocrática responde a principios ideológicos más o menos manifiestos.

Si no que le pregunten a griegos o españoles que están viendo venirse abajo sus reivindicaciones sociales de la mano de “expertos” que con los rostros más serios del mundo les aseguran que lo mejor que les puede ocurrir es ir de mal a peor.

Sin embargo resulta interesante comprobar como también estos analistas ven en la extensión del sector privado dentro de la economía cubana su oportunidad. O sea que esta porción no estatal de la economía eventualmente sería el embrión dela involución hacia el capitalismo dependiente.

Por fortuna la dirección de la Revolución tiene este asunto bien claro a juzgar por lo dicho por Marino Murrillo, vicepresidente de Consejo de Ministro, quien durante los debates de medio año en el Parlamento, advirtió que el verdadero repunte de la economía cubana vendrá a cuenta de las grandes empresas socialistas, de manera que, la pequeña propiedad no estatal tiene, sí, un espacio, pero nunca absolutamente determinante para el futuro de Cuba.

Milton Friedman podrá haber suscrito en vida, también, reclamos para levantar el bloqueo contra Cuba, pero aplicar sus “consejos” aquí sería aceptar con pasmosa tranquilidad el abrazo terrible del oso.

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